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Mi nombre escrito en la puerta de un váter, de Paz Castelló

Hoy vengo a hablaros de esta novela de la autora alicantina Paz Castelló, Mi nombre escrito en la puerta de un váter. Conocí a la autora en la Feria del Libro de Alicante del año pasado, cuando todavía se podía pasear tranquilamente entre libros, acercarte a hablar con los autores y que te dedicaran un ejemplar cara a cara, sin mascarillas de por medio. Había oído el nombre de Paz Castelló en algún momento, pero no había leído nada suyo y al verla en uno de los puestos de una librería me acerqué a hablar con ella (si algo ha tenido de bueno lo de meterme en el mundo literario, es que a veces he conseguido dejar la vergüenza a un lado, aunque me cueste horrores). Su simpatía y la forma en la que me explicó de qué iba este libro me convenció enseguida.

Y es que Mi nombre escrito en la puerta de un váter cuenta la historia de Mauro Santos, un escritor con gran talento, pero sin éxito. Cansado de ver sus obras rechazadas por varias editoriales e incluso ser estafado por una de ellas, acepta la propuesta de Germán Latorre, un afamado presentador de televisión, que lo convierte en su negro literario a cambio de una jugosa cantidad de dinero. La cosa se complica cuando Mauro toma la decisión de dejar de escribir para el presentador y ve la oportunidad de que se reconozca su talento a través de un programa de televisión que busca nuevos escritores, que casualmente se emitirá en la misma cadena para la que trabaja Latorre.


Pues sí, me gustó el argumento porque trata de un escritor, para qué nos vamos a engañar. Desconocía la figura del negro literario o escritor fantasma, una persona en la sombra que vende sus obras a otros que le ponen su nombre. En el contexto de esta historia, ¿cómo iba Mauro a imaginar que sus novelas tantas veces rechazadas iban a triunfar por llevar el nombre de otro? ¿Hasta qué punto importa realmente la calidad y no la fama previa del autor? Seguro que a todos se nos ocurren ejemplos de libros que se venden con facilidad porque su autor ya era famoso (cantantes, periodistas de la televisión, youtubers...). Es posible que a alguno de ellos ya les gustara escribir anteriormente y que puedan tener talento para ello, pero seguro que otros han aprovechado su fama para buscarse una nueva fuente de ingresos. Y esto funciona por dos razones: hay editoriales que también ven en esto un filón (lo que no digo que sea malo, las editoriales son un negocio y como tal quieren sacar el mayor rendimiento posible de sus publicaciones) y el interés que se genera en los lectores, que son quienes al final consumen el producto. Si a nadie le interesara publicar un libro y a nadie leerlo, poco negocio se podría sacar de esto.


¿Qué pueden hacer entonces los autores desconocidos? ¿Qué posibilidades tienen frente a estos gigantes que antes incluso de publicar un libro ya tienen el éxito asegurado? Yo creo que seguir intentándolo, aunque depende de cuál sea el objetivo de cada cual. Hasta ahora yo he autopublicado mis libros, lo que supone una gran limitación en cuanto a distribución y promoción, por lo tanto, como he dicho en varias ocasiones, si nadie sabe que has escrito un libro, nadie querrá leerlo, porque sencillamente para ellos no existe. Tener una editorial detrás ayuda, porque tienen el mismo interés que el autor en que la gente conozca el libro para que quiera leerlo (o al menos debería ser así). Tener cierta reputación también ayuda, de ahí que cuando empezamos, los autopublicados busquemos lectores entre nuestra familia, amigos y gente cercana, y aún así habrá quien nunca nos compre un libro porque no le interese lo que escribimos o no le interesemos nosotros. Sobre el objetivo de cada cual, yo al principio siempre decía que me bastaba con poder ver mis libros en la estantería, junto a aquellos que de niña y adolescente me habían cautivado y me habían enganchado a la lectura y todo lo que en ella se puede encontrar. Saber que otras personas que han leído mis libros también sienten algo así es muy bonito. Pero esto engancha, lo de escribir, lo de leer y querer que te lean, así que con el tiempo los objetivos cambian, aunque es bueno saber que aquellos con los que empecé se han cumplido.


Pero, ¿estaríamos dispuestos a vender nuestra obra para conseguir ese éxito? Puede que en un principio resulte tentador, pero, tal y como dice Mauro en determinado momento de la novela, los que escriben (y yo añado a quienes crean en general, a los artistas) ponen parte de sí mismos en su trabajo, por lo que él siente que se está prostituyendo. No vende su cuerpo, pero sí parte de su ser, y es otro quien se lleva el reconocimiento de algo que no ha hecho y ni siquiera le importa, al menos no de la misma manera que a su verdadero creador. Descubre que ese mérito que le corresponde y que en cierto modo obtiene, no le satisface, porque no lo logra por sí mismo y además está cubierto por un velo de falsedad. Aunque ha logrado su sueño sigue siendo infeliz.


Esta novela profundiza además en el mundo literario y el de la televisión. Plantea la creación de un programa para nuevos talentos de la literatura. Igual que decía más arriba, seguro que se nos ocurren varios programas de la tele en los que cantantes, cocineros, bailarines... acuden al concurso, no solo con la posibilidad de obtener un premio económico sin ganan, sino con la finalidad de aprender durante el trascurso del programa y hacerse conocidos conforme más tiempo permanezcan en él. Yo alguna vez había pensado en algo así, en por qué la televisión no apuesta por un formato como este. Durante la novela también se explica que, aunque el talento literario es primordial, también lo es el carisma, la belleza o la facilidad para atraer la atención, en este caso, de la audiencia. Hay escritores muy extravagantes que seguro que podrían interesar a las productoras de televisión, pero ¿creéis que sería posible algo así? El trabajo del escritor es bastante solitario, al menos en mi caso, puede que nos cueste concentrarnos o encontrar el momento óptimo para escribir (aunque a veces solo se consigue escribir escribiendo). ¿Se estaría dando valor a la literatura o se estaría frivolizando? ¿Tendría interés ver a un grupo de escritores sentados en una mesa frente al ordenador durante gran parte del tiempo? ¿De qué manera se podría amenizar? ¿Creando debate entre ellos (escritores mapa vs. escritores brújula; por qué la palabra solo debería llevar acento o no llevarlo), por ejemplo? ¿Creéis que saldrían escritores hasta de debajo de las piedras solo para poder salir en la tele? ¿Personas que quizá no le dedican demasiado tiempo o que incluso no valoran la profesión como otros, pero que como saben escribir, sabrán contar historias?


Esta es una novela que me ha gustado y me ha descubierto una faceta diferente de la literatura. Me ha hecho reflexionar y recordar, ya que al principio, cuando tenemos ese impulso tras haber decidido que queremos publicar, seguro que a muchos nos ha entrado el temor al pensar que nos podrían robar nuestra historia, que a alguien le pudiera gustar y quisiera publicarla bajo otro nombre sin consultarnos (los escritores pensamos mucho y a veces también tenemos paranoias). Podríais pensar que nos lo tenemos muy creído y que quién va a querer nuestra historia hasta ese punto. ¿Tan bueno crees que eres como para que alguien se quiera adueñar de tu trabajo? Realmente no, pero ¿y si sí? Bromas aparte, la sensación no es tanto la de que nos quieran robar, sino la de que algo es nuestro y queremos que así se reconozca. Puede que no sea la mejor historia del mundo, puede que no le guste a la gente tanto como le gusta a su autor, pero sigue siendo su obra, y es un orgullo haber sido capaz de darle forma y vida. Y entre otras cosas, por eso siempre es recomendable registrarla en el Registro de la Propiedad Intelectual (aquí un tip administrativo para escritores noveles).

Y hasta aquí el grueso de mi reflexión. ¿Os ha parecido interesante la trama de esta novela? ¿Conocíais la figura del negro literario? ¿Habéis sentido alguna vez las sensaciones que comento?


A partir de los asteriscos más abajo suelto algún spoiler, así que si no habéis leído el libro y os gustaría hacerlo, mejor que dejéis de leer en ese punto. La verdad es que esta historia me sorprendió por varias razones que detallo aquí abajo, pero no quiero chafaros la novela.


CURIOSIDAD PARTICULAR:

Compré el libro en la Feria del Libro de Alicante de 2019, pero no lo he leído hasta ahora. Me mudé un par de veces desde entonces y no sabía dónde tenía el libro. Pregunté a todo el que podía haberlo visto durante este tiempo, pero no aparecía por ningún sitio. Solo había un par de opciones, así que finalmente lo encontró mi madre en una caja que en algún momento tendría que acabar en mi casa nueva (insistí tanto en encontrar el libro que ella siguió buscándolo hasta que apareció).


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SPOILER ALERT


A partir de aquí voy a comentar algunas cosillas que destripan la historia, si sois unos temerarios podéis seguir leyendo un par de líneas más, pero luego ya empieza la sustancia.


Lo que me dejó atónita, y que durante varias páginas no creí que fuera real, sino que me iba a llevar una sorpresa más adelante, fue la muerte del protagonista. A partir de este momento el misterio se apodera de la trama y toma un giro inesperado, pero que le da mucho juego. Un par de personas podrían ser perfectamente capaces de haber cometido el crimen, y ahí está la gracia, que es posible y los investigadores también lo creen, al igual que el lector. Mauro Santos había perdido por completo el rumbo de su vida, en parte él había aceptado ser el negro literario de Latorre, pero al querer enmendar esa decisión todo se trastoca. Y Latorre no va a aceptar esto tan fácilmente.


No sabemos si Mauro Santos escribía novela policíaca, de misterio o thrillers, ya que tan solo se dan los títulos de algunas de sus novelas, pero está claro que consigue crear un gran misterio en torno a su propia muerte, tan detallado y pensado, que tan solo su confesión de suicidio desvela la verdad. Y es que Paz Castelló genera claras dudas sobre los sospechosos, entre ellos por supuesto Germán Latorre, y el lector (o al menos yo) lo creía como posible culpable.


El protagonista consigue así la fama por méritos propios que nunca había conseguido en vida, ya que su asesinato en un primer momento, a las puertas de su participación en un programa de televisión que estaba creando grandes expectativas, y su relación con unos de los grandes presentadores del país alimentaban el interés por una historia real, más que todas las ficciones que había escrito durante su vida. Mauro Santos consigue la fama de forma póstuma y se suicida sabiendo que así será. Que su muerte hará grande su historia. Solo de esta manera podía conseguir su objetivo, ya que pocas cosas en su vida le daban las razones que quizá hubiera necesitado para desechar la idea del suicidio. Una madre desaparecida desde su infancia, un padre que lo despreciaba y recientemente fallecido, un loro como mascota que, aunque de forma inconsciente, le repetía cada día lo inútil que era al haber aprendido a imitar las palabras de su padre, un amor no correspondido hacia su mejor amiga...


Mauro es un protagonista fuera de lo común que consigue su objetivo, el de ser un escritor reconocido, y que lo hace de una forma digna de una ficción.

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