Visiones 2020, de varios autores
Como cada año, Pórtico, Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror publica su libro Visiones, que en el año 2020 tenía como tema principal la libertad de expresión. Este libro se compone de diez relatos seleccionados por el jurado, que en esta ocasión fueron las autoras Cristina Jurado, Nieves Mories y Alicia Pérez Gil, además de otros dos relatos ganadores de la convocatoria Mondi Incantati de la sociedad homóloga italiana RiLL (Riflessi di Luce Lunare), traducidos para su publicación en el Visiones 2020.
El concepto de libertad de expresión es tan amplio como la presentación del tema en cada uno de los relatos escogidos para esta antología. Voy a hablar brevemente de ellos, intentando no decir más de la cuenta, porque la libertad también está en la lectura y en que cada lector sea capaz de llegar a conclusiones particulares. Después de esto dedicaré un apartado a mis reflexiones donde sí que entraré en algunos detalles, pero lo marcaré bien para no desvelaros nada antes de que hayáis leído el libro.
· Lo decible, de Andrés Bigorra. Es de los relatos que más me ha gustado, por lo que no me extraña que fuera el escogido para ser traducido al italiano y publicado a su vez en el libro homólogo de RiLL. En esta historia, la expresión, el habla y casi hasta el pensamiento está controlado por unos nanobots censores.
· Tataki, de Carla C. Moreno. Un relato narrado en primera persona, pero no exactamente, puesto que el protagonista no es solo una persona. La libertad de expresión está unida a la libertad de elección de género, al querer ser quien uno es y no quien le impone la sociedad. Este relato me recordó en cierto sentido a Trasvase, de Gloria T. Dauden, publicado en la antología Alucinadas III por el concepto de la unión de personajes, y a los conceptos de género de Pakminyó #1, de Felicidad Martínez, novela que también reseñé en este blog.
· Papas, de Antonella Corallo Bao. Las mujeres están relegadas a la cocina, donde únicamente se dedican a pelar y cocinar patatas de todas las maneras posibles. Fuera, los hombres se dedican a comer. Recen a la Santa Papa para que esto cambie.
· La otra voz, de Celia Corral Vázquez. Otra de las historias intensas de esta antología, en mi opinión, un giro de tuerca al dicho «la letra con sangre entra». Un grito mudo a la necesidad de ser escuchado y comprendido. A mí tan solo me ha faltado saber un poco más de esas otras voces acalladas y destinadas al silencio.
· NOS, de Jordi Escoin Homs. Una IA que se revela, una investigación y un descubrimiento más allá de lo esperado. Comparte la idea de la visibilización de la elección del género con Tataki. Otro de los relatos que más he disfrutado, quizá porque me ha recordado a conceptos de historias de Isaac Asimov y Dan Simmons.
Es curioso, la necesidad de la libre expresión, del libre pensamiento, me doy cuenta, es una característica inherente a la consciencia inteligente, es una necesidad básica de manifestación de derechos humanos...
· En el límite, de Borja Echeverría Echeverría. En el límite del humor como forma de expresión, pero también como algo subjetivo, puesto que cada uno entiende y disfruta de un humor diferente muy ligado a veces a la experiencia, a la personalidad o a la historia de un pueblo. Una buena analogía con el trabajo y ubicación del personaje principal que cuenta la historia.
· Relax, de César Guerrero Escalona. Otro relato en el que las IA y los robots cobran protagonismo. Una maquetación muy buena y cuidada que da personalidad a la historia. ¿Rebelión o publicidad gratuita? ¿Verdades o mentiras? ¿Revolución o estrategia de marketing?
· Líbrate de los pensamientos silenciosos, de Virginia Orive de la Rosa. El silencio es peligroso, el silencio es el enemigo y cualquier persona puede ser juez y verdugo. Otra de las historias que más me ha gustado, todo cambio empieza con una idea.
· La señora del tercero A no cae por la ventana, de Pablo Rubio Ortega. Lo cierto es que no he pillado el mensaje de fondo de esta historia. ¿La despoblación? ¿El valor de las personas mayores en la sociedad, en lo vivido y en lo que cuentan a otras generaciones? ¿El cuchicheo vecinal que tiende a ser mayor entre las ancianas?
· Engranaje defectuoso, de Andrés Zelada. Una historia en tono de fantasía palaciega con un personaje, el Dicente de la Verdad, encargado de informar de todo lo que ocurre en la corte y el pueblo. Mala cosa si a él precisamente le importa un comino lo que pase a su alrededor.
No he entrado a valorar los dos relatos traducidos, ganadores de Mondi Incantati, Ana en el campo de los muertos, de Maurizio Ferrero y Leucosya, de Laura Silvestri, por no formar parte de este eje temático, aunque los dos me han gustado mucho. Dos relatos en los que la soledad es una pieza clave, de dos formas diferentes, y hacen a las protagonistas tomar decisiones que no podrán deshacer. Dos mujeres que tienen más en común de lo que parece aunque se trate de historias muy distintas.
Esta es una antología que devoré en un par de días, con varios puntos de vista, al fin y al cabo, como la libertad de expresión, que puede poner de manifiesto diferentes visiones del mundo. Porque si algo he aprendido leyendo y escribiendo, es que dos personas distintas son capaces de interpretar de forma diferente el mismo hecho. Las diferencias radican en la personalidad, la experiencia, la forma de vida, la ideología, la religión... Me parece que todas las versiones de una historia pueden ser válidas por el simple hecho de que alguien las entienda de dicha manera, pero ante todo debe sobresalir el respeto. Nuestra opinión, que puede parecernos la más acertada y sensata del mundo, puede que a otro le parezca una soberana estupidez, y viceversa. En dirección contraria al camino de la confrontación está el de la libertad de expresión pacífica, pues no es necesario pegar en la frente del otro nuestras ideas, podemos exponerlas y conversar, pero también podemos unirnos a quienes seamos más afines y vivir en armonía.
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SPOILER ALERT
Es inevitable que mis conclusiones tras la lectura incluyan algún elemento importante de la trama de los relatos, por eso he preferido escribirlo bajo esta línea y que cada uno decida si quiere seguir leyendo.
En primer lugar, la libertad de expresión empieza en la mente de cada uno, en el pensamiento. Creo que ahí es donde más libres somos, donde más libres nos sentimos, sin prejuicios y sin ofensas, intencionadas o no, hacia los demás. He visto esto en Lo decible, Tataki, La otra voz, Relax y Líbrate de los pensamientos silenciosos. El pensamiento no es censurable puesto que no es accesible para nadie más que nosotros mismos, pero en el momento en que se verbaliza se convierte en una fuente de opiniones o críticas.
En Lo decible aparecen nanobots que hacen desaparecer las palabras consideradas prohibidas en cuanto salen por la boca, una idea que me ha gustado, puesto que no solo se trata de expresiones obscenas, malsonantes o insultos, es imposible hasta decir «te quiero». ¿Qué pasaría con la palabra escrita o la literatura? Imagino que no podría existir salvo para informar de forma absolutamente objetiva, porque en cuanto se cruzara esa línea cualquier cosa podría ser considerada ofensiva. Al final la gente se rebela, todos nos rebelamos a nuestra manera, y aunque tenga que ser a escondidas conseguimos ser quienes somos, porque somos lo que pensamos.
Algo parecido sucede en Líbrate de los pensamientos silenciosos, donde el silencio se convierte en algo prohibido porque da lugar al pensamiento. En silencio somos capaces de escuchar nuestros pensamientos, de procesarlos, de crear, y eso puede llegar a ser peligroso según la sociedad que planeta este relato. Por una persona que cometió un grave delito todas se ven condenadas al ruido constante para evitar el desarrollo de pensamientos potencialmente peligrosos. Pero el peligro no fue el silencio, sino una soledad impuesta, una privación de libertad que puede volver loco a cualquiera, a alguien que solo quiere que le comprendan y le ayuden a formar parte de lo que le rodea.
Y el concepto más scifi que he reconocido en este libro es el de las inteligencias artificiales. En un par de relatos, NOS y Relax, se dota a los robots de apariencia y conciencia humana. Me resulta curioso el papel que se les da como robots sexuales, concepto que he leído en otros libros. Me pregunto qué tiene de especial un robot sexual cuando su apariencia puede ser exactamente a la de un humano y cuando sus emociones también pueden serlo. ¿Quizá el morbo? ¿El que puedan ser físicamente perfectas según los gustos del cliente? ¿Que estén dispuestos a hacer cosas que un humano quizá no toleraría? ¿Por qué la apariencia y emociones humanas entonces? ¿Porque nos reconocemos en ellos o buscamos algo familiar? ¿Dónde está el límite en el campo emocional? En Relax se les da tanta verosimilitud que se dan cuenta de su situación. Helena, una prostituta robot obligada a ejercer, ya no quiere hacerlo. En este caso, ella no puede negarse y finge disfrutar porque para eso fue diseñada, pero tiene la capacidad de expresar sus sentimientos. ¿Qué diferencia habría con expandir esa inteligencia a cualquier otro tipo de máquina? ¿Se podría dotar de esa conciencia a un microondas y que pudiera expresarse para decir que no le gusta calentar la leche? ¿O una tostadora que se siente mal porque quema las tostadas?
Los robots son fabricados y programados para determinadas funciones. Puede que nos parezca absurdo que un microondas pueda quejarse por cumplir su función o que una aspiradora se harte de tragar polvo. ¿Por qué entonces se le daría más importancia a un robot sexual, que también ha sido fabricado para ello? ¿Porque se parece más a nosotros? ¿Por qué haría falta dotarles de tanta humanidad si está claro que son robots?
Le he dado más vueltas a este concepto porque ya existen robots con apariencia humana, pero desconozco si se ha llegado tan lejos en la parte emocional. Actualmente todo está tan conectado que no parece descabellado que una IA pueda llegar a ponerse en contacto con otra, o con un humano, de forma voluntaria. La cuestión es hasta qué punto es consciente de sus actos y hasta qué punto hay voluntad, premeditación o intencionalidad en ellos y si hace falta llegar a ese nivel. Al fin y al cabo, las máquinas han sido creadas para facilitar la vida a los humanos, incluso sustituirlos en ciertas tareas, entonces ¿qué sentido tendría humanizar tanto a las máquinas?
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