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La chica del corazón de agua, de Sonia Lerones

La chica del corazón de agua, de Sonia Lerones, es una novela que me ha conmovido. Está escrita desde el punto de vista de Petra, la protagonista, por lo que es muy fácil ponerse en su lugar y comprender lo que le está ocurriendo.

Petra es una joven estudiante de Filología inglesa que padece depresión. Se ha mudado a Valencia a cursar la carrera y a vivir en casa de su prima, buscando alejarse de un pasado trágico que todavía no ha superado y nuevas experiencias que puedan ayudarla a vencer la enfermedad. La independencia será complicada al principio, pero aun en la distancia, cuenta con el apoyo de sus padres y de Olga, su psicóloga, que le propone tareas para encontrarse mejor. Ían, Jairo y Leroy son las personas que van a suponer un cambio en su vida, los amigos que conoce a raíz de empezar a nadar en la piscina de la universidad, algo que se convierte en una rutina, en una terapia.


Si algo queda claro durante todo el libro es que la depresión es una enfermedad que hay que tomar en serio y tratar como cualquier otra. No se trata de una tristeza pasajera, de tener un mal día o de estar más sensible. Se trata de una enfermedad mental que causa ansiedad, culpabilidad, frustración, abatimiento, cansancio o falta de ánimo e incapacidad de sentir o disfrutar de lo que rodea a la persona que la padece. La protagonista describe que llegó a ello por un cúmulo de cosas, aunque conforme avanza la lectura se descubre el hecho principal que ha supuesto un cambio drástico en su vida, algo con lo que siempre vivirá, pero que deberá afrontar para poder seguir adelante.


En un principio Petra se refugia en el deporte, algo que especialmente la ayuda a distraerse y a cansarse para descansar mejor por las noches, porque otro de los síntomas que sufre es insomnio. Lo que no se espera es que ese deporte, la natación, también le traerá amistad y amor. Me ha gustado el perfil de los personajes que rodean a Petra, están muy bien definidos porque a algunos se les coge cariño enseguida, mientras que a otros se les aborrece por su carácter inmaduro y antipático. Todos ellos reflejan muy bien a lo que creo que puede enfrentarse una persona con depresión: por un lado a gente más comprensiva, que lo acepta, se esfuerza por entender la situación del otro y ayudar de la mejor forma que pueda; por otro gente más intolerante, que rechaza lo que no conoce, lo trata como un defecto, como una debilidad, que es incapaz de empatizar y que, pudiendo alejarse prefieren hurgar en la herida, hacer daño deliberadamente.


Todos alguna vez hemos sentido dolor físico (por ejemplo en una pierna o un brazo por un golpe, dolor de muelas, dolor de barriga...) y podemos comprender a una persona que en determinado momento lo está sufriendo igual que nosotros. Es fácil ponerse en su lugar y decirle que pasará, o darle consejos para mitigar el dolor. También todos hemos estado tristes o hemos llorado por algo que nos ha dolido emocionalmente y en ciertos casos también podemos ayudar a quienes pasan por algo parecido. Pero la depresión no es algo que pueda superarse solo con frases de ánimo, al igual que una pierna rota no puede solo arreglarse con una tirita. No hacen falta grandes ideas o planes para ayudar a una persona con depresión, lo primero es escucharla si quiere hablar de ello, intentar comprenderla, no culparla. Esa persona posiblemente esté en tratamiento o seguimiento por parte de un profesional que se encargará de las pautas médicas para llegar a la recuperación, puede que incluso con medicación, por lo que también es bueno que eso se vea como algo positivo y normal, y no como una debilidad por necesitar ayuda. Si una persona se rompe una pierna, nadie duda de que tenga que ir al hospital, por lo que si una persona sufre depresión, nadie debería dudar de que necesita ir al psicólogo.


Con demasiada frecuencia subestimamos el poder de los pequeños gestos: una caricia, una sonrisa, un saludo, alguien que escucha, una palabra amable, un halago honesto... Son pequeñas muestras que, simplemente, surgen, y que, con mucha más frecuencia, pasamos por alto. Pero son vitales. Cada uno tiene el potencial de dar vida, de curarte un poquito más.

Otra de las cosas que me ha gustado de la historia es que está escrita de forma sencilla, comprensible, realista y desde el punto de vista de una persona joven. Por desconocimiento podemos pensar que esta enfermedad solo puede afectar a gente más mayor, y también es así porque puede afectar a cualquier persona. Por eso creo que tanto un lector joven como uno más maduro podría identificarse y aprender sobre ello. Además la historia también tiene su visión positiva, la del esfuerzo, la de la amistad y la familia que están ahí cuando se los necesita, la de la fuerza y voluntad para curarse. Por desgracia, con todo lo que nos ha tocado vivir con la pandemia, es posible que mucha gente pueda verse en esta situación, que su salud mental se vea afectada por todo lo que está pasando a nivel sanitario, social y económico. Esto, en la mayoría de los casos, nos ha hecho ver que podemos sacar nuestra parte más cercana y solidaria, que realmente cuando estamos juntos y nos apoyamos unos en otros es cuando podemos superar las adversidades. Espero que con nuestra parte más humana y con historias como esta podamos aprender a ponernos en la piel del otro, a dejar de lado las inseguridades y los miedos y, si los hay, podamos unirnos para superarlos.


Por último decir que me encanta tanto el título de la novela como la ilustración de portada de Cristina Vaquero. Ambos aspectos me parecen muy representativos. Para mí, el corazón de agua puede significar dos cosas: por un lado la fragilidad y el miedo con el que se mueve Petra al principio, se sienta rota, que va a diluirse en cualquier momento porque su entorno la supera; por otro la fuerza y la capacidad de adaptación a ese entorno que no va a desaparecer y con el que tiene que convivir. En ambos sentidos se representa a la protagonista. La analogía con el agua y los sentimientos me parece un acierto, tal y como se dice en la sinopsis «A veces los sentimientos son como el cauce de un río. Otras están en calma, como en un lago». Además es la natación el deporte que la ayuda a sentirse mejor, el estar en el agua, un elemento vital que puede presentarse en diferentes estados.


Esta novela está publicada por la recién rebautizada editorial Munyx, anteriormente Onyx Editorial, y aprovecho para decir que si queréis leerla actualmente tienen una oferta de 3X2 en todo su catálogo para liquidar los libros con el antiguo sello. Yo me hice con esta novela y dos más en la misma promoción que hicieron el mes pasado y fue una muy buena elección.

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